domingo, 10 de marzo de 2013

El Pintor que captó e imitó la esencia de los Maestros


Exposición ‘Proyecto FAKE’, Círculo de Bellas Artes, C/ Marqués de Casa Riera, 2
Comisaria: Dolores Durán
6 de febrero a 12 de mayo, 2013
MANUEL GAMAZA CRESPO

Los comienzos de Elmyr de Hory, considerado uno de los mayores falsificadores de la historia del arte, no fueron muy diferentes a los de cualquier pintor de su tiempo; húngaro de nacimiento, pronto marchó a París decidido a ser artista, donde trabajaban entonces Matisse, Derain o Picasso y él estaba dispuesto a emular el estilo de la Escuela y su prestigio. ¿En qué momento deja de ser pintor para pasar a ser falsificador o imitador? Proyecto Fake, abierta al público en la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes y que continuará con un congreso y un ciclo de cine, no deja de ser un homenaje que nos acerca a la figura de Elmyr de Hory, “el pintor más discutido de nuestro tiempo” en palabras de Clifford Irving, otro maestro del fraude, y nos acerca la resolución. Gracias a su estilo, este magnífico imitador de los más famosos pintores realizó más de mil falsificaciones. 

Aportando documentación inédita y datos hasta ahora desconocidos, "se ha dado un paso muy importante porque hemos podido llevar a cabo una investigación hablando con personas que le conocieron y trabajaron con él, y todo está aquí", dice la comisaria Dolores Durán, quien ha podido colaborar con el propio Clifford Irving en el proyecto. No obstante, no se ha conseguido sino atestiguar el mundo de ficción en el que vivía y el orgullo que sentía por ser notorio, aunque fuese por una actividad como es el ‘fraude’ (fake). A opinión del director del Círculo de Bellas Artes, Juan Barja, para quien lo que se cuestiona en la exposición es "el concepto de verdad y el concepto de ficción", la intención de la misma es ‘molestar’ permitiendo al visitante crear su propia discusión. 

La suerte le llegaría un día cuando estando en su casa con una amiga aficionada al arte, ésta reconocería un dibujo suyo sin firmar atribuyéndolo a Picasso; Elmyr lo vende como tal y su amiga a su vez lo revendería a un museo por el triple. De este inusual comienzo, se asentó en Nueva York donde pasaría los siguientes años vendiendo y colando sus ‘falsificaciones` a galerías, museos y particulares americanos y europeos, destacando su matisse en el Fogg Museum de Harvard donde permaneció quince años o los cuarenta cuadros que le coló al magnate y coleccionista de obras impresionistas norteamericano Meadows, quien en 1967 destaparía su falsedad y desencadenaría todo un escándalo e investigación que dio con los marchantes, Fernand Legros y Réal Lessard, hasta llegar a un sobresaltado Elmyr de Hory, retirado en Ibiza simulando ser un rico heredero; comenzaba su fama, "logrando su objetivo: que sus obras fueran reconocidas", según palabras de Durán, pues existen falsificaciones de las suyas propias. La intención de Elmyr fue confeccionar una lista con todas las obras que había realizado, pero "o realmente nunca existió ninguna lista o no le dio tiempo a hacerla, ya que, para evadirse de la justicia, simuló su propio suicidio, aunque falleció por un error de cálculos, intentando evitar ser extraditado", recuerda la comisaria. Elmyr siempre defendió ante la justicia su inocencia, afirmando desconocer el destino de sus cuadros, firmados por sus marchantes.

El también estafador Clifford Irving contó su historia en Fake!, haciéndonos pensar cuánto hay de verídico en la biografía de Hory después de que intentase engañar al mundo con la falsa autobiografía de Howard Hughes, y las andanzas de ambos tipos llamaron la atención de Orson Welles que les dedicó el documental F for Fake, una reflexión sobre la realidad y la falsedad en el mundo de la creación artística, a la que el director era tan dado (recordemos Ciudadano Kane), donde se plantea qué es realmente el arte, cual es su esencia, y quién tiene el poder de valorar qué es o no artístico.

Elmyr siempre se jactaba de que muchas de sus obras se exhibían en instituciones de renombre internacional y, aunque el escándalo Meadows sirvió para destapar algunas de sus obras, casi por casualidad, hemos de suponer que si vendió cerca de mil aún muchas de ellas seguirán estando en paradero desconocido o camufladas en las paredes de alguna colección o museo del mundo, además que no sería de agrado a sus propietarios descubrir su auténtica autoría. Se ha realizado una minuciosa investigación, casi detectivesca, que hoy toma forma mediante la exposición y el documental Historias como cuerpos, cristales como cielos, de Ana Useros, centrado en la idea de identidad como frontera, como algo que impide cruzarlas y vivir mejor, y la huída en soledad mediante el disfraz; para Useros el documental no es una obra de arte, sino una obra de ‘crítica’, que propone alternativas en torno a “la política de lo común y la disolución del concepto de autoría”.

En una entrevista en 1973, Elmyr se presentó como el ‘falseador’ por excelencia del mercado del arte, aclarando así que él nunca había sido un falsificador, sino una víctima de las costumbres y las leyes del ‘fraude’ del mundo del arte, “un fabricante de ilusiones”, que rendía homenaje a grandes pintores, maestros y compañeros de viaje. Pensando en eso, cobra fuerza la imagen de un pintor decepcionado, vengativo con un mercado que no supo reconocer su arte y con unos artistas que no llegaron a ser colegas. También Orson Welles apoyó la teoría de que con su trabajo se reía de los que le criticaron, rechazaron y no vieron su valía. Elmyr nunca jamás copió, sus cuadros y dibujos son obras reinterpretadas y pintadas ‘a la manera de’ Picasso, Matisse, Renoir, Derain, Van Dongen, Monet o Modigliani, entre otros; se inspiraba en ellos, decía incluso, que lograba entrar en su alma y que muchos de ellos querían que continuase con su trabajo, que pintase obras que no habían tenido tiempo de pintar. Pretendía que sus obras fueran vistas como reinterpretaciones que formaban parte del mundo del arte, reinterpretaciones que transformaron su engaño en un fraude único y memorable, un verdadero chiste para la historia del arte.

Pero he aquí la pregunta, ¿qué es lo que determina el valor de una obra de arte? Partiendo de esta cuestión y de otras, formuladas en torno a la identidad, la exposición indaga en los conceptos de verdad y ficción a través de la obra de este artista de la ‘falsificación’. "La exposición tiene dos caras -explica la comisaria- por un lado el disfrutar de unas obras magníficamente pintadas, inspirándose en artistas impresionistas a los que todos conocemos, mostradas como si fueran obras verdaderas, es decir, el placer estético. Y una segunda lectura en la que se plantean el concepto de autoría, la apropiación, la imitación, el papel del los expertos, de los marchantes, es decir las mentiras y las verdades del arte".

Elmyr de Hory parece haya alcanzado a los propios artistas, haya logrado captar, entender y desarrollar la manera de pintar de cada uno de ellos, abordando su esencia artística e imitándola, dotando a sus obras de ese gesto particular que nos permite reconocer un Picasso, un Modigliani o un Monet. El ‘falsificador’, aunque aparentemente carente de creatividad, ha logrado superar a los grandes maestros que bien creían que su pintura era inigualable; ha pasado a ser un verdadero artista, a pesar de que el plagio sea considerado desde hace tiempo una forma de cultura, dando lugar a amplios y complejos debates sobre la inspiración, la creación, la apropiación y la autenticidad, como ocurre con la interpretación de obras de música clásica. Efectivamente, la historiografía moderna cree que ya no fue tanto un falsificador sino un prodigioso pintor, imitador de los estilos de otros reconocidos, no obstante nos plantea una reflexión sobre el concepto de autoría en la creación artística, el carácter de lo verdadero y lo falso en el arte, su magia, sus contradicciones, sus miserias y su grandeza, dentro de un mundo que no es ajeno al interés y al negocio.


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lunes, 18 de febrero de 2013

La mejor obra del mundo: una buena conversación



Exposición individual ‘Café hecho x Di’, de Wilfredo Prieto
Galería Nogueras-Blanchard, c/Dr. Fourquet, 4 2 de febrero a 30 de marzo, 2013
MANUEL GAMAZA CRESPO

La galería Nogueras-Blanchard, recién instalada en Madrid, presenta la exposición individual Café hecho x Di del cubano Wilfredo Prieto, artista que trata la realidad desde un punto de vista crítico e impactante, que construirá a través de sus performance y sus instalaciones. Wilfredo nos transporta a través de sus dibujos a su mundo más íntimo y personal, nos traslada sus preguntas más frecuentes y elementales, nos enseña la competitividad que mantiene consigo mismo y con su obra, siendo inconformista en todo momento, dubitativo, un proyecto da lugar a otro. Mantiene un hilo conductivo muy similar a la muestra comisariada por Ferran Barenblit en el CA2M, siendo difícil explicar formal y conceptualmente la meticulosidad con la que trabaja, mostrándonos una faceta de su trabajo hasta ahora desconocida.

La exposición crea su propia narrativa a través de los dibujos que, en contraste con su aparente cotidianeidad, han sido seleccionados. Son de gran sencillez formal pero todos buscan encontrar el mínimo gesto con sentido, dotándoles de poesía y sentido crítico, de un sentido conversacional, insistiendo en las trampas que encierra el lenguaje; amplifican las limitaciones de las palabras al representar aquello que describe, afrontando temas que relacionan arte y vida. Se trata de una selección de dibujos y bocetos de proyectos realizados o no, futuros, frustrados o vergonzosos, pero de dibujos, al fin y al cabo, que marcan una trayectoria artística e ideológica. Esta selección de notas previas que va realizando son esbozos rápidos, primeras ideas, por absurdas que éstas sean; “El papel es el primer espacio donde visualizo las ideas, las depuro, les doy vueltas hasta que logro una imagen o idea que me convence”, afirma Prieto. La galería se convierte en laboratorio experimental de sus ideas, nos muestra su mundo creativo, personal y único; se cambia el concepto de taller por el de galería que se abre al mundo interior del artista. Propone leer el arte de una forma distinta a la acostumbrada, desnudándose frente al espectador, que adopta una visión voyeurista. El crítico cubano Gerardo Mosquera, que ha seguido su trabajo desde sus inicios, señala sobre él que “si procuramos resumir su poética en una fórmula, ésta sería la ecuación idea neta - obra sencilla - significado máximo”.

El proyecto expositivo se divide en un gran muestrario de bocetos, enmarcados, agrupados, como si guardasen relación entre ellos, como si mantuvieran una idea común, como los situados en la parte más baja, multitud de ideas cohesionadas en relación a su último proyecto en México D.F., los que preceden a piezas ambiciosas que han necesitado tecnologías complejas para lograr un resultado inesperado o los que siquiera han podido ser producidos. Por otro lado, dos largos carteles, proyecto comisariado para una exposición estadounidense que recoge los proyectos que más reconocimiento han tenido en su trayectoria, ideal del puente sobre el dibujo, realizan asociaciones de tipo conceptual revelando una lectura muy personal del artista respecto a su trabajo retrospectivo. Prieto tiene en cuenta en su obra a la historia del arte de forma tenue, sobre todo el más reciente: el postminimalismo y conceptualismo latinoamericano o las experiencias de Cildo Meireles y Félix González Torres, mientras mantiene diferentes grados de dramatización de sus ideas.

Algunos de sus motivos poéticos más recurrentes serán el ventilador como aparato de constante movimiento, las banderas como nexo cultural, una versión extraña de una bicicleta rusa (se asemeja a una montaña rusa), boxeadores y sus sombras proyectadas al contrario, los circuitos cerrados y el infinito como utopía de lo inmutable y eterno (serpiente que se muerde la cola), el dinero como valor inmaterial, o la propia cotidaneidad de la vida como un círculo vicioso que se retroalimenta. Encontramos bocetos de instalaciones como Estadio, que consistía en transformar un estadio en un lago, o Museo, donde cada sala de un hipotético museo albergaría un objeto de ocio o poder de la sociedad contemporánea, así como referencias a su Cuba natal, a las experiencias cotidianas de sus habitantes.

Wilfredo Prieto representa lo estúpido, lo absurdo, lo aparentemente carente de valor añadido, las tontadas y los proyectos sin resolver y sin solución; la realidad y el sutil sentido del humor conviven como influencias en su obra, son las que marca una evolución, que aspira a desplegar una rejilla de significados, mediante un impacto visual poderoso. La obsesión del artista es encontrar la imagen que considera mejor para su trabajo, no obstante no existe una voluntad de extraer conclusiones críticas. Se produce un gran contraste entre los carteles y los bocetos y dibujos expuestos, actuando el propio espacio de la galería como autor estético envolvente de las ideas. Los pequeños detalles que podría fijar una cámara se recogen mediante pequeños bocetos de ideas y proyectos. Prieto intenta que exista una participación directa entre el artista y el crítico, para que la obra coexista en armonía con el mundo real de lo contemporáneo y sus seguidores. Es una NECESIDAD enorme de reunir toda su producción, como si se tratase de una gran maqueta, como si abriésemos el cajón de los sueños y recuerdos de la niñez, recuperándolos.

El sugerente título de esta exposición, Café hecho x Di, nos traslada a una de las obras que se muestran, una sencilla taza de café reproducida tras una tarde cafetera de intercambio cultural e ideológico; la obra vista como una gran conversación interna entra unas y otras. El café como resultado de este intercambio artístico, este intercambio personal, resumen de la ecuación entre sus obras y en definitiva entre su arte.
¿En qué jaula se encuentra el artista y sus ideas? ¿Y en qué jaula se encuentra el arte? Como él mismo acostumbra a decir, “las ideas están en la realidad, como las nubes. Uno las ve y puede tomarlas”.


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domingo, 17 de febrero de 2013

ABSTRACCIÓN NADA CONCRETA



Exposición “Sin Título”, de Jorge Perianes
Galería MaxEstrella, c/ Sto. Tomé, 6
31 de enero a 23 de marzo, 2013
MANUEL GAMAZA CRESPO

El gallego Jorge Perianes expone individualmente en la galería, realizando una historia evolutiva de sus ideas abstractas y proyectos más habituales y recurrentes, situándolos en el espacio óptimo, concibe sus obras como fábulas que hablan del absurdo, el vacío, el desaliento y el drama, como acontecimientos y sentimientos esenciales a nuestra vida. Ya había colaborado con ellos bajo el proyecto de Marlon de Azambuja, Caminar la línea, 2012, donde cortando los fustes de las columnas y desplazando ligeramente las paredes generaría sensación de inestabilidad.

La evolución de su obra, pensando en los motivos utilizados, revisa iconos recurrentes y aprecia una progresiva deriva hacia los aspectos más sintéticos y elementales, casi abstractos. Motivos recurrentes serán la escalera de mano como elemento metafórico, conector del mundo real y el onírico, vía de comunicación de doble sentido entre distintos niveles, que ya estuvo presente en los Project rooms para ARCO’07 o en instalaciones del MUSAC o el MACUF, y los pájaros de apariencia juguetona con el propio espacio y con las sombras proyectadas. Referentes en su obra serán Gordon Matta-Clark, Heimo Zobering, Liliana Porter o René Magritte, más atrás en el tiempo; Rafael Lens será el comisario que más colabore con sus proyectos, en su región natal. Al artista le interesan tanto los aspectos simbólicos de los objetos, como “verlos reducidos a sus mínimos elementos de expresión”. Él mismo nos dice que busca “el cuadro”, “el reloj”, “los genéricos”, todo el cruce de referencias manifestándose minimizado hasta casi desaparecer, hasta reducirse a lo más elemental, haciendo variaciones sobre la idea troncal.

La idea de juego y la escenografía de la galería adquieren presencia contrastando con una materialización planteada desde la economía y claridad positiva, resumidas en la perfecta conjunción de todas las obras expuestas; adopta estrategias ocupacionistas del espacio mediante la introducción de objetos, la activación del espacio que alberga la obra incorporándolo a la misma o la configuración de la idea exterior-interior. Explora la dualidad entre el elemento permanente y el portátil, además de la presencia de lo orgánico, la naturaleza pensada como hábitat de lo prodigioso y del individuo. En su obra destacan las instalaciones que combinan elementos naturales, simulacros de paisajes y árboles con insectos y aves, con obras auráticas como diría Benjamin. Son instalaciones que invitan a la sonrisa, al recuerdo personal, al descubrimiento del guiño del artista, invitan a la vanitas melancólica del encuentro con la belleza al acudir a una exposición, y de las que emerge la belleza viva de la inteligencia.

Sus cuadros, acrílico sobre madera, tienen conciencia de ser paisajes pintados, jugando con su inclinación, iluminación y sombreado, y sus roturas; vemos sólo un fragmento del paisaje representado, bien porque la información que falta resulte superflua o bien porque considere que con un fragmento de lo que suponemos real nos baste para componer el cuadro completo: desde paradisíacas palmeras a fríos bosques. Hay una ausencia permanente, o más bien una presencia problemática, la de la figura humana y la imposibilidad de darle un rostro, un alma, una nueva comprensión del anonimato en la sociedad contemporánea. En otras ocasiones su visión es más ácida y directa como en el caso de la obra más abstracta de la muestra, un paralelepípedo blanco ante un espejo que se fragmenta en añicos sin romperse. Impresionan los paneles mordidos o cortados a golpes irregulares, sobre o bajo los que yacen cuadros con la superficie pintada oculta o invisible. La muestra gira en torno a la dualidad de objetos producto del hombre con los que no, una compenetración crítica entre objeto natural, orgánico, y objeto manipulado, industrial: espejo-cigarro, pájaro imaginario, fugitivo-jaula, roca intervenida-andamiaje, hierva-arquitectura, pladur, manzana devorada-madera tallada, vino-vidrio manipulado, madera-pintura. Nos plantea el interrogante de si debemos contentarnos con la realidad o profundizar en lo interior e ir más allá. ¿Acaso nuestra civilización impide toda pretensión de la naturaleza imponiendo nuestro modo de vida industrial, manipulado y globalizado? Desde luego que la hierba que asoma del pladur nos evoca al aislamiento, la dictadura humana para lo natural.

Las copas, proyecto expuesto más reciente del artista, alzadas sobre sencillísimos pedestales de pino blanco, juegan con la dualidad entre objetos intervenidos y naturales. Los pedestales están de mayor a menor altura, lo que plantea, bajo mi punto de vista, el devenir de la sociedad en la historia, un interrogante crítico con su transcurso. Las copas, medio vacías, de champán unidas por un pequeño bloque de hormigón simbolizarían el conformismo existente en una sociedad obsoleta que trabaja sometida al poder; el vaso de tubo con un pico hacia arriba, esta sociedad, que sacrifica sus intereses, alzada contra el poder; un vaso de copa con una abertura a modo de puertecilla, la apertura de nuevas ideas sociales; y en el pedestal de menor tamaño, una copa de vino a rebosar de tinto, simboliza la abundancia ideológica en la sociedad capitalista. Sin embargo, en las copas sobre pedestal de los laterales de la sala, la simbología trata la banalidad festiva, cautiva en un mundo cada vez más absorbido por lo natural, lo orgánico; una viva metáfora, crítica con el malestar social actual, pero al fin y al cabo una abstracción para nada concreta, sujeta a cada individuo.

Según señala Perianes, “el engranaje interno de las piezas que podremos ver en la galería es muy similar al de las flores o las plantas carnívoras. Son estructuras que te acercan a una historia que quizás es más cruel o cruda de lo que parece”. De este modo, el artista busca que el espectador quede atrapado y enganchado a sus mecanismos de atracción y repulsión, pese a que no llegue a comprender su mensaje; otorga a su obra la denominación de sin título, dejando al espectador se evada y cree una idea propia, sin que el título influya en su decisión.


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¡¡Por fin somos arte!!



Exposición de arte total “El coleccionista de obsesiones” de Bernardí Roig Fundación Lázaro Galdiano. C/ Serrano, 122
Comisario: José Jiménez
25 de enero a 20 de mayo, 2013
MANUEL GAMAZA CRESPO

Abrir un diálogo de los fondos del museo y la teatralidad arquitectónica del palacio con la obra plástica de Roig, es el planteamiento de la muestra según el comisario José Jiménez, con el objetivo de abrir nuevas vías de reflexión y experimentación artística. Los fondos de la colección abarcan esculturas, armas, joyas documentales y bibliográficas, y grandes obras maestras de Goya y el Bosco, con los que trabaja la Fundación para convertirse en lugar de referencia para el estudio, difusión, reflexión y diálogo del coleccionismo.

Bernardí Roig, artista de fama internacional, expintor de bodegones y dibujante, muy influenciado por el figurativismo del maestro Ingres y fascinado por los pies de Cristos filipinos, trabaja con estructuras abstractas y repertorios heredados de Duchamp, Malevitch o Nauman. Se obsesiona por la muerte, el sexo, la soledad, la incomunicación del hombre contemporáneo en un mundo fragmentado y la visión interior. Su última exposición fue Walking on faces en Mallorca, aunque la instalación que Roig ha efectuado en el exterior de la Fundación recuerda a la realizada en el parque bruselense Tournay-Solvay, donde plantea la necesidad de mirar e ir más allá de lo que ve el espectador en un primer vistazo, situando estatuas, de resina de poliéster cubiertas de polvo de mármol o de bronce pintado de blanco, de tamaño natural que se confunden con la vegetación. En este caso, proyecto que sigue la misma técnica, el montaje se abre a nuevos espacios expositivos, situando las estatuas en lugares inhóspitos: colgada del tronco de un alto árbol a 20m de altura, unas piernas ocultas entre la hojarasca del jardín, asomada a uno de los balcones, en uno de los vértices del palacete o en el sótano, iluminados con luz blanca especial, retando al visitante a la búsqueda de esa insospechada presencia, perturbadora.

Las salas de la fundación fusionan la colección permanente con las 17 piezas del proyecto de Roig; el libro de la luz, los dibujos, el molde confrontado con las armaduras, la grabación, el tablero de imágenes y las esculturas giran en torno a la luz, de neones blancos, y el depósito heterogéneo de imágenes de la vida de Roig. Las esculturas, repartidas por salas, alteran el recorrido de éstas y el discurso tradicional y se convierten en obras mismas, bajo nuestra expectante mirada, a veces voyeur. Aspectos de su obra son la eliminación del pedestal, para un mayor acercamiento al espectador, al igual que Rodin, el tiro de la luz, símbolo de la luz que todos llevamos a la espalda, la ceguera de sus personajes, método que conduce a conocer más allá de lo que ve el ojo, lo interior, y la obsesión por el sufrimiento de éstos, modelos reales tomados de individuos corpulentos y calvos, conducidos a situaciones patéticas como intentar chupar una bombilla, que nos produce una sensación empática y de repulsión hacia ellos, metáfora de la vulnerabilidad de la vida.

La grabación, de 14ms y en blanco y negro, se acompaña del sonido constante de motores de moto; le antecede una sala que recoge obra de Goya. Roig, protagonista del vídeo de apariencia tétrica y erguida, como si se tratase de Frankenstein, con los ojos simbólicamente cosidos, circula por las salas del palacio elegantemente vestido, de esmoquin, llevando sobre sí un gran foco que lo ilumina de lleno, como si se tratase de una gran obra de arte. Explora todas las estancias del palacio en medio de la oscuridad, mientras repasa, cegado, a su paso la obra permanente. El artista actúa a modo de escultura viviente en movimiento, un paso más de vida escultórica; interactúa con las obras por medio de la luz, los distintos planos acentúan el dramatismo, formándose un contrapunto entre ellas. Se convierte en obra de arte y éstas a su vez se transforman en meros espectadores de la misma; son los cuadros, la colección, los espectadores de la obra de arte, iluminada como tal, el artista. Al final escuchamos la voz de Elvis Presley que recita ‘Are you lonesome tonight?’; pensemos en una de las estrofas de la canción ‘You know someone said that the world's a stage and each must play a part’ y el significado que ésta adquiere, ya que aquí es el museo el que se transforma en escenario y el artista en la persona que interpreta el papel.

El Tablero de imágenes, situado en lo alto del palacio y rodeado de insignes vitrinas contenedoras de piezas de diversa procedencia, nos transporta al mundo personal y emocional del artista: recuerdos, imágenes y recortes que satirizan la muerte, el sexo y lo patético, es decir lo silenciado, elevándolos al rango de obra artística. Es la clave del proyecto; la obsesión por el coleccionismo de imágenes inspiradoras y emotivas, el coleccionismo de obsesiones, de sueños, exhibiéndolas hasta convertirlas en obras de arte. El trabajo de Roig permite a nuestro ojo, y en consecuencia a nuestras emociones, introducirse en la lucha del hombre a su plasmación como obra de arte a través del coleccionismo de imágenes que adquieren un significado propio.


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¿Hemos matado a la Democracia? ¡¿Y ahora qué?!


Exposición de arte total “Los encargados”, Santiago Sierra y Jorge Galindo
Galería Helga de Alvear, C/ Dr. Fourquet 12
17 de enero a 2 de marzo, 2013
MANUEL GAMAZA CRESPO

Allá por agosto del pasado año, un desfile de siete coches mercedes invadía en la mañana la Gran Vía madrileña, realizando un cortejo fúnebre bajo el himno anarcosindicalista, en ascenso, de ‘A las barricadas’. Los flamantes mercedes, símbolos de pompa, portaban, cada uno y de forma cronológica, un enorme retrato de cada uno de los presidentes del gobierno español, precedidos por el del rey; lo más llamativo era que los retratos, oficiales, se encontraban dados la vuelta, boca abajo. Poseen tonalidades grisáceas, gesto serio, intimidador y labios cerrados, excepto Felipe González que muestra ligeramente los dientes, como si los artistas hubieran querido marcar un ápice diferencial en el cortejo. El desfile se recoge en una grabación que evoca la crítica social y política, reforzada por el ritmo revolucionario musical; lo acompañan siete grandes retratos, protagonistas de la performance, que adquieren valor por sí solos, y diez fotogramas de la realización del vídeo y del proyecto, en el piso alto.

Sierra se preocupa por lo político, social y las relaciones económicas de poder en el capitalismo, como su trabajo anterior, Palabra Quemada, donde la palabra ‘FUTURO’ arde hasta desaparecer, o el siguiente titulado El trabajo es la dictadura, evidentes gritos a la crisis actual; Galindo trata la pintura como protagonista enfrentándose a la sociedad de consumo urbana, infundiendo rabia, osadía, actitud, arrogancia y movimiento, como demuestra este proyecto. Los artistas juegan dando la vuelta a los retratos y proyectando la grabación a la inversa, como vista a través de un espejo, a la vez que dividen la pantalla en tres para que la acción quede recogida en varias posiciones; realizan una alusión al retrato político de corte estalinista y comunista, de rostros fríos. El proyecto sugiere la muerte de la cultura de la transición, mediante la crítica de la construcción del estado corrupto a través de un lavado de cara de la dictadura mediante la figura del rey, que aparece vestido con uniforme militar, a diferencia del resto de representantes, marcando un evidente nexo con el régimen fascista anterior, ya que Juan Carlos fue nombrado por Franco, y de cómo todos los presidentes han perdido toda su dignidad, por eso se encuentran boca abajo, nadie les sigue ni les despide. Permanecemos impasibles al cortejo, pues podemos vivir sin ellos, sin la demostración pomposa de un mensaje vacío.

Uno se plantea ciertos interrogantes. ¿Trata la muestra de hacer una regresión a la idea de “orden” establecida en el régimen anterior dando fin a la democracia? ¿0 simplemente realiza una crítica a la actuación de los representantes del gobierno democrático español, denunciando la política que ha conducido a España a la situación actual? La primera cuestión queda tapiada después de leer la breve nota de prensa, fragmento de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1793, donde se testimonia que “cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo […]”, evidenciando lo planteado en el segundo interrogante. Según palabras del propio Santiago Sierra al diario El País, ellos odian “a la basura que ha llevado a mi país de ser un protectorado a ser una colonia, es un acto claro de desafecto al régimen fascista encabezado por el militar franquista que caza elefantes. Nosotros no somos una organización, sólo somos antifascistas”.

Es un proyecto que evidencia el malestar general: crisis económica, escándalos de corrupción, distanciamiento entre políticos y ciudadanos y cuestionamiento del modelo de estado. Es una especie de 15M artístico; un proyecto ambicioso, atrevido y necesario, donde la perfecta combinación de la pintura, la performance y la crítica política evidencian un sistema democrático en declive, todo sin perder esa sutil esencia artística y calidad estética, que lo hace armonioso, crítico y punzante. Una muestra de que el cambio no sólo se encuentra en la calle, sino en su reflejo, el arte, que tiene el papel de apoyar a la sociedad ante la nefasta situación política y económica que vivimos.


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Bienvenidos a mi nuevo Blog dedicado a la crítica artística, especialmente de artistas contemporáneos y emergentes, nacionales e internacionales, ferias y festivales dedicados a su difusión, y otros acontecimientos de carácter cultural, ideológico y artístico. Espero disfrutéis tanto de la lectura como yo lo hago con la escritura, y os adentréis en el mundo interior de los artistas descubriendo así su genialidad, o no.


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